Medellín, 23 de julio : El retorno
Esta mañana hemos tenido la oportunidad de conocer y visitar el Colegio
Padre Manyanet de Medellín. El P. Yosman ha sido el encargado de guiarnos y
explicarnos cada uno de los rincones de la escuela. La visita nos ha adentrado
en el maravilloso mundo de las emociones, porque en cada parada que hacíamos,
recibíamos el saludo de los alumnos, de los profesores, de los trabajadores,
que siempre nos dedicaban una sonrisa que hacía que ese momento se convirtiera
en algo especial, entrañable e inolvidable.
Pero para mí a supuesto volver a revivir una importante etapa de mi vida, que es el noviciado, cada paso que daba hacía que mi corazón saltase de gozo, porque era como si lo estuviera viviendo de nuevo. Hacía mucho que no sentía esta alegría, esta paz, esta plenitud y este deseo de no querer irme. Por estos momentos merece la pena haber venido a este campo de trabajo. Aquí las situaciones del día a día se convierten en una oportunidad para crecer, madurar, conocerse a sí mismo y al resto de los cooperantes.
En poco tiempo nos hemos convertido en una familia bien avenida, que tiene
la necesidad de encontrarse para compartir lo propio de la vida, que son
pensamientos, sentimientos, experiencias, expectativas,… esto es lo que siempre
guardaremos en nuestra mente y en nuestro corazón.
No crean ustedes que la aventura acaba aquí, pues no, ¿saben por qué? Pues,
porque esta tarde hemos visitado la ciudad de Medellín, la que todo el mundo
conoce como la ciudad de la eterna primavera. La que esconde preciosos tesoros
que apenas hemos podido contemplar, saborear y disfrutar. Entre las muchas
cosas que hemos descubierto, se encuentran el metro cable, las obras del
escultor Botero, la catedral, la parroquia de la Candelaria, etc. y para
recuperar las fuerzas perdidas en el paseo, nos hemos deleitado de unos
exquisitos zumos tropicales, típicos de esta bella tierra.
CONTINUARÁ
Atentamente.
P. Ángel Valero
Cooperante
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